En un contexto de cambio climático y crecimiento poblacional exponencial, evaluar las huellas hídricas se ha vuelto una tarea fundamental para entender cómo nuestras acciones impactan en el agua. Herramientas tecnológicas, como plataformas digitales y sistemas de monitoreo satelital, permiten a empresas medir su uso directo e indirecto del agua, marcando un primer paso para identificar zonas críticas de estrés hídrico donde operan.
El problema, sin embargo, es mucho más grande de lo que solemos imaginar. La pregunta ya no es solo cuánto agua usamos, sino cómo escalar nuestras soluciones para enfrentar las demandas futuras. Esto exige una visión estratégica basada en datos y una comprensión clara de cómo nuestras acciones actuales se relacionan con la sostenibilidad a largo plazo.
Las corporaciones, debido a su alcance e influencia, tienen un papel crucial en la gestión sostenible del agua. Ya no es suficiente cumplir con las regulaciones: la gestión del agua se ha convertido en una prioridad estratégica para las empresas que buscan alinearse con Objetivos Basados en la Ciencia (SBTs) y reducir su impacto ambiental. Algunas empresas están liderando el camino al aprovechar tecnologías digitales que permiten monitorear y gestionar el uso de agua en tiempo real. Estas herramientas no solo identifican áreas de alta demanda, sino que también revelan oportunidades de optimización que antes eran invisibles.
Además, el desarrollo de modelos financieros innovadores está permitiendo a las empresas invertir en soluciones escalables. Esto es especialmente relevante en el sector agrícola, donde los productores, que están en la primera línea del estrés hídrico, pueden beneficiarse de estas inversiones para implementar prácticas sostenibles. Sin embargo, la gestión del agua no puede depender únicamente de un sector productivo. Involucrar a toda la cadena de valor —desde los productores hasta los consumidores— es esencial para garantizar que las soluciones se integren en todos los niveles de la actividad económica.
En un contexto global, la acción colectiva está ganando protagonismo como una herramienta clave para abordar la crisis hídrica. Es una necesidad que empresas, gobiernos y ONGs trabajemos juntas para desarrollar soluciones a gran escala. Estas alianzas también están promoviendo el uso de soluciones basadas en la naturaleza, que imitan los ciclos naturales del agua y ofrecen un enfoque sostenible para restaurar ecosistemas y gestionar recursos hídricos. De todas formas, las soluciones basadas en la naturaleza deben adaptarse a las características específicas de cada región, ya que los desafíos hídricos son globales, pero sus manifestaciones son locales.
La gestión del agua requiere un enfoque integral que no solo mida el uso del recurso, sino que también identifique riesgos y oportunidades a lo largo de toda la cadena de valor. El verdadero desafío no radica únicamente en el esfuerzo, sino en la urgencia y la coordinación necesarias para enfrentarlo. Su escala requiere que las diferentes partes de la cadena de valor midan su huella hídrica y, de manera interconectada y colectiva, adopten soluciones innovadoras. Solo así podremos garantizar que el agua continúe siendo un recurso capaz de sostener la vida y las actividades humanas en las generaciones futuras.